Es difícil escapar hoy en día de las garras del sistema. Al igual que una joven Startup con una brillante idea será digerida sin pestañear por una gran tecnológica (aunque sea para dejarla morir posteriormente), los tentáculos de la industria alimentaria se extienden por cada centímetro del sistema. Cuatro multinacionales, deciden qué puedes comer, al controlar no sólo la parte de producción alimentaria, la materia primera, sino lo que puedes comprar en el supermercado, algo que deciden fácilmente, controlando el lineal y los precios. Creemos que compramos lo que queremos. Nada más lejos de la realidad. Compramos lo que quieren que pongamos en la cesta de la compra. Esto es así.
Las buenas ideas surgen de pequeñas empresas, de garajes, de personas inquietas, capaces de detectar una necesidad en el sistema. Y que tras dar unos primeros pasos de éxito, son desde ese momento vigiladas, marcadas y tenidas en cuenta. Pero sólo si logran llamar la atención, entrarán en el siguiente nivel. Pasados este punto, sólo queda una posibilidad de seguir adelante, ser adquirida por una gran compañía o luchar contra Goliat, y toda su maquinaria legal. Una guerra en la que siempre habrá un perdedor, el eslabón más débil de la cadena.
La idea de esta reflexión surge de un tweet de Laura Caorsi (@lauracaorsi) periodista y editora especializada en alimentación y salud, y sus respuestas, entre ellas, la de José Miguel Mulet (@jmmulet), Catedrático de biotecnología (área de bioquímica y biología molecular) en la Universidad Politécnica de Valencia.
Laura lo plantea desde la óptica de víctima: “Ayer fue el cruasán, hoy son los yogures, mañana será otra cosa. En este punto, da igual. La industria alimentaria se ha comido a Carlos Ríos con patatas. Como diría Nietszche, «si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada».”
Y Mulet, de la victorioso: “¿La industria se ha comido a Carlos Ríos? Yo diría que está donde siempre ha querido estar...”
De entre todos los tweets que circulan, este debate me pareció muy interesante, con aportaciones con criterio.
Para unos ha salido ganando, para otros, es ya un meme de sí mismo sin solución.
Existen dos argumentos, de forma resumida, que pueden ayudarnos a posicionarnos. Saquen ustedes las conclusiones oportunas.
Carlos Ríos ha ganado
Un 2 de enero de 2018, la marca REALFOODING con el número M3697808 fue solicitada, por la persona física de Carlos Ríos. Mientras que algunos seguirían de resaca o de viaje, un emprendedor empedernido le daba vueltas a la cabeza en plenas navidades y sin más demora, el segundo día del nuevo año ya estaba dándole forma a la idea. Esto no avanzó mucho hasta el 2021, dónde ya una sociedad limitada, con un único socio administrador (ya sabemos quien es) con nombre FOOD STUDIO se hace cargo de la marca. “El Plan” estaba en marcha, mucho antes de lo pensado. ¿Cómo hacerse hueco en una industria tan competitiva?
Haciéndose notar. Y arriesgándose. Posiblemente el movimiento contra Alcampo supuso un punto de inflexión en su movimiento, recuerdo haber apoyado públicamente en su momento esta estrategia. El mismo creador del RealFooding dice en una entrevista: “Hice un boicot a Alcampo que le costó bastante dinero, pero luego vendió mi producto“. Fue como encontrar una parte importante del mapa del tesoro.
Carlos Ríos ha perdido
Se cometieron errores por el camino. En 2017, escribía, cosas como la que sigue.
En su cuenta de Facebook, criticaba duramente a Danone, dejando caer que este fabricante estafaba al consumidor comprando a sociedades científicas para que recomendaran el consumo de lácteos. Fue este movimiento, el que fue catapultando al autor hacia la cima. Pero este pacto con el diablo no saldría gratis, y hace unos días Danone y Carlos Ríos, sacaban al mercado este producto:
El mismo producto, pero con un precio desorbitado. De luchar contra el ultra-procesado, a envolver bajo la marca de Realfooding a pasteles, galletas, panes, salmorejos, refrescos y helados, alimentados altamente palatables, lejos, muy lejos, de cualquier recomendación nutricional saludable.
Además, usando mala praxis, manipulando la información de su propia APP, un helado que su algoritmo marcaba como “mal procesado” a media hora más tarde, por obra y milagro de la tecnología, ser “buen procesado”…
De luchar contra el estigma de la obesidad y el culto al cuerpo (imagen y mensaje de su cuenta de instagram),
a sacar un libro al mercado que se llama “Pérdida de grasa”…
¿Está Carlos Ríos vendiendo lo que quiere, lo que pensaba en su plan? o por el contrario, ¿Es una marioneta controlada por la industria?
La respuesta es muy sencilla. ¿Qué ha inventado este movimiento?, nada. Si realmente hubiera tenido el potencial de crear un salmorejo rico en probióticos, un yogurt nuevo con cepas de bacterias que añadieran antioxidantes X, …. el valor añadido de la empresa hubiera sido tremendo. Pero nunca existió este nivel de creatividad. ¿Qué tiene entonces Carlos Ríos?, seguidores. Ya está. Y las marcas están comprando estos seguidores, hasta convertir a Carlos Ríos es un mero actor y una extensión de la marca para hacer uso del millón de seguidores que tiene. Un meme al fin y cabo.
Carlos Ríos está ganando dinero en este momento. Pero ha perdido el control, el futuro, la credibilidad de parte de la sociedad. Nutricionistas, psicólogos, …periodistas… ya se han posicionado. ¿Cuánto recorrido tiene el movimiento?
Las marcas van y vienen. Las modas, van y vienen. Realfooding está ahora mismo en fase de pruebas de algunos fabricantes. Pasado un umbral, será adquirida por una empresa, engullida por algo más grande, o por el contrario, con el posicionamiento claramente en contra ir perdiendo credibilidad hasta morir.
Se verá.